Fecha: 20/11/2011
La catedrática española Marisa Salanova, experta en Psicología Laboral, habla de la importancia, cada vez más presente, de la salud mental en el trabajador.
  Estrés, adicción, acoso, burnout... Parece que los problemas  psicológicos persiguieran a los trabajadores, como si el mundo moderno  fomentara cada vez más riesgos de salud mental, cualquiera sea el empleo  que se tenga. ¿Es así? ¿O estos conflictos existieron siempre, pero  recién ahora se les está prestando atención? La española Marisa  Salanova, catedrática de Psicología del Trabajo y las Organizaciones en  la Universitat Jaume, se inclina por la segunda opción. "Hay un proceso  de etiquetaje: hoy le ponemos nombre a las cosas. Seguro que los hombres  de las cavernas también sentían estrés; debían salir cada día a buscar  comida, no tenían una tienda en la esquina. Pero no había     leyes ni  nada. A medida que la sociedad se va modernizando empiezan a surgir  todas estas cuestiones que tienen que ver con la calidad de vida  laboral. Antes al trabajo solo le pedíamos dinero para llevar a casa y  ya está. Ahora exigimos más cosas; que tenga que ver con nuestra  formación, que nos dé autonomía, que estemos cómodos". 
La experta estuvo esta semana en Montevideo para impartir clases en el posgrado de Psicología del Trabajo en la Facultad de Psicología de la Universidad Católica, pero también para colaborar con un grupo de investigación que espera adaptar a las empresas uruguayas un instrumento de evaluación de factores de riesgo psicosocial, que ya se ha aplicado en España, Portugal, Chile y Argentina. ¿Qué se estudia? "Por ejemplo, si hay altas demandas de trabajo, problemas de rol, falta de autonomía, malas relaciones personales, conflictos con el mando medio. Se evalúa el ambiente de trabajo, pero también los recursos que tiene la persona: las competencias de afrontamiento de estrés o características de personalidad, como el optimismo o la eficacia". Una vez que se cuenta con esa panorámica, se elaboran estrategias correctoras. Eso sí, agrega Salanova, "a las personas que funcionan bien no hay que dejarlas de lado, porque si no se desmotivan".
ilusión. En este marco ha empezado a actuar también la llamada "psicología positiva", que es aquella que en lugar de fijar la atención en la falla -el malestar, el sufrimiento- lo hace en el acierto -las ganas, el entusiasmo, la satisfacción. "La salud laboral no es la mera ausencia de burnout o depresión, sino la presencia de elementos positivos", dice Salanova. Por eso habla reiteradamente del engagement ("compromiso" en inglés) y del trabajador engaged (comprometido), que define a aquella persona que disfruta su empleo, y lo hace con ilusión y alegría. "Teniendo en cuenta que obviamente está el malestar y hay que reducirlo, la psicología positiva se dedica a fomentar las emociones saludables, el engagement".
En estudios, los expertos han hallado que es más fácil encontrar engaged en trabajos con autonomía, independientes y en personas con más calificación. En el otro extremo están los que trabajan por cuenta ajena o tiene niveles de calificación más bajos, ya que no encuentran en el empleo gratificaciones personales.
  Asimismo, Salanova discrimina los tipos de ocupación en tres: quienes  trabajan con cosas -en fábricas o en la construcción, por ejemplo-, los  que trabajan con datos -como informáticos, oficinistas o controladores  áereos- y quienes trabajan con personas -comerciantes, atención al  público, profesionales de la  salud. Cada área tiene sus conflictos  particulares (el burnout es muy común en médicos        y enfermeras,  por ejemplo, mientras el tecnoestrés es frecuente en quienes pasan  frente a una computadora), pero hay condiciones que los atraviesan a  todos, como la sobrecarga de actividades. "Puedes tener demasiados  aviones, demasidos alumnos, demasiadas cajas para cargar, pero el  problema es el mismo". 
Ahora bien, ¿cuánto incide en la salud del trabajador el ambiente laboral y cuánto es responsabilidad de la propia persona? Salanova asegura que hay contribución de ambas partes. "No todo lo es la empresa. Muchas veces el ambiente es el que es y no se puede cambiar, pero sí se puede cambiar la persona. Una vez intervenimos en un hospital exclusivo de pacientes terminales, pero que llegaban a estar internados ocho o nueve meses, por lo que las enfermeras elaboraban una relación personal, iban a los entierros y estaban muy involucradas emocionalmente. Una característica de ese tipo de trabajos es la empatía. Lo que tenían estas enfermeras era un exceso de empatía, lo que se llama sufrimiento empático: te pones tanto en el lugar del otro que acabas sufriendo. Ahí las circunstancias no se pueden cambiar. O cambias tú de trabajo o incrementas tus recursos para afrontarlo, como técnicas de distancia mental. Es una cuestión que se puede entrenar para que la persona haga su trabajo de manera más saludable", ilustra.
La experta estuvo esta semana en Montevideo para impartir clases en el posgrado de Psicología del Trabajo en la Facultad de Psicología de la Universidad Católica, pero también para colaborar con un grupo de investigación que espera adaptar a las empresas uruguayas un instrumento de evaluación de factores de riesgo psicosocial, que ya se ha aplicado en España, Portugal, Chile y Argentina. ¿Qué se estudia? "Por ejemplo, si hay altas demandas de trabajo, problemas de rol, falta de autonomía, malas relaciones personales, conflictos con el mando medio. Se evalúa el ambiente de trabajo, pero también los recursos que tiene la persona: las competencias de afrontamiento de estrés o características de personalidad, como el optimismo o la eficacia". Una vez que se cuenta con esa panorámica, se elaboran estrategias correctoras. Eso sí, agrega Salanova, "a las personas que funcionan bien no hay que dejarlas de lado, porque si no se desmotivan".
ilusión. En este marco ha empezado a actuar también la llamada "psicología positiva", que es aquella que en lugar de fijar la atención en la falla -el malestar, el sufrimiento- lo hace en el acierto -las ganas, el entusiasmo, la satisfacción. "La salud laboral no es la mera ausencia de burnout o depresión, sino la presencia de elementos positivos", dice Salanova. Por eso habla reiteradamente del engagement ("compromiso" en inglés) y del trabajador engaged (comprometido), que define a aquella persona que disfruta su empleo, y lo hace con ilusión y alegría. "Teniendo en cuenta que obviamente está el malestar y hay que reducirlo, la psicología positiva se dedica a fomentar las emociones saludables, el engagement".
En estudios, los expertos han hallado que es más fácil encontrar engaged en trabajos con autonomía, independientes y en personas con más calificación. En el otro extremo están los que trabajan por cuenta ajena o tiene niveles de calificación más bajos, ya que no encuentran en el empleo gratificaciones personales.
Ahora bien, ¿cuánto incide en la salud del trabajador el ambiente laboral y cuánto es responsabilidad de la propia persona? Salanova asegura que hay contribución de ambas partes. "No todo lo es la empresa. Muchas veces el ambiente es el que es y no se puede cambiar, pero sí se puede cambiar la persona. Una vez intervenimos en un hospital exclusivo de pacientes terminales, pero que llegaban a estar internados ocho o nueve meses, por lo que las enfermeras elaboraban una relación personal, iban a los entierros y estaban muy involucradas emocionalmente. Una característica de ese tipo de trabajos es la empatía. Lo que tenían estas enfermeras era un exceso de empatía, lo que se llama sufrimiento empático: te pones tanto en el lugar del otro que acabas sufriendo. Ahí las circunstancias no se pueden cambiar. O cambias tú de trabajo o incrementas tus recursos para afrontarlo, como técnicas de distancia mental. Es una cuestión que se puede entrenar para que la persona haga su trabajo de manera más saludable", ilustra.
 
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