Fecha: 13/12/2011
¿Es usted de los que llevan tarta al trabajo el día de su  cumpleaños?, ¿felicita la Navidad y el Año Nuevo a sus compañeros?, ¿recibe con  una sonrisa al que se incorpora a la oficina tras las vacaciones? Si la  respuesta a todas estas preguntas es sí, malas noticias: Está usted predestinado  a cobrar menos que sus pares más desagradables. Así lo asegura, al menos, un  reciente estudio publicado por ‘The Journal of Personality and Social  Psychology’.
El informe, elaborado por investigadores de varias  universidades australianas tras analizar las circunstancias de 10.000  trabajadores, asegura que los hombres percibidos por sus compañeros como menos  agradables que la media cobran un 18% anual más que sus compañeros.  
El estudio explica que las personas menos afables tienden a  ser más asertivas en las negociaciones salariales que sus compañeros simpáticos,  a los que se suele ascender con menos frecuencia. 
La relación entre afabilidad y salario también se aplica a  las mujeres, pero en ese caso sólo cobran un 5% más que sus semejantes más  simpáticas, según las conclusiones de este estudio. De esta manera, la prima  salarial por ser ‘borde’ es el triple en el caso de los hombres que en el de las  mujeres.
Iñaki Delgado, responsable del sector tecnologías de la  empresa de recursos humanos Penna, considera que una “actitud agresiva” puede  ser útil en el entorno laboral en algunas ocasiones. 
“El dicho de ‘el que no llora no mama’ se cumple a nivel  profesional. Hay que ser visible, dar a conocer los resultados y los logros”,  asegura Delgado, quien reconoce que eso no implica necesariamente “tener que  hacerlo de forma ruda”.
“Exigir responsabilidades, ofrecerse a hacer determinadas  tareas o postularse para un puesto está considerado agresivo por ciertas  culturas. Sin embargo, puede ser indicativo de una persona que tiene las cosas  claras”, coincide Maite Gómez Checa, socia de ICE Coaching, una empresa de  entrenamiento de directivos que trabaja con compañías de la talla de Vodafone,  ING, Toyota, Johnson & Jonson o BNP Paribas. 
A juicio de Gómez, es necesario distinguir los  comportamientos agresivos pero productivos de los tóxicos, que “pueden servir  para conseguir resultados a corto plazo”, pero que se trata de un modelo cada  vez “más invalidado” por las empresas.
Para Gómez, una “agresividad bien entendida”  está  relacionada con sacar a los subordinados de su zona de confort para estimularles  en el reto, pero sin llevarles al pánico. Por el contrario, “un trabajador que  dice a todo que sí, que no hace seguimiento del trabajo y que no es exigente con  sus semejantes” puede estar incurriendo en una amabilidad mal entendida.  
En este sentido, Delgado cree que la demanda de perfiles más  “agresivos” de trabajador puede haber subido debido al momento actual de crisis,  en los que las compañías luchan por mantener la cabeza fuera del  agua.
En todo caso, Delgado recuerda que es necesario manejar con  gran habilidad esa “agresividad”, pues alguien “que continuamente esté teniendo  esta actitud puede ser mal percibido” en su entorno de trabajo y terminando por  pasar factura.
 
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