Peritaje Judicial en Prevención de Riesgos Laborales (PRL)

Noelia Garcia Guirao (Murcia)

Perito Judicial en Prevención de Riesgos Laborales (PRL): Seguridad, Higiene Industrial, Ergonomía y Psicosociología Aplicada.

Miembro con Carnet Profesional nº E-1476-25 de la A.P.P.J. (Asociación Empresarial de Peritos Judiciales)

Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales (PRL)

Peritajes, Consultoría y Formación

Contacto: perito.prl.murcia@gmail.com




El Perito Judicial en Prevención de Riesgos Laborales (PRL) es una figura, dentro del marco de la Pericia Judicial, al servicio de la Administración de Justicia. Según se recoge en el artículo 335.1 de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil, el Perito es un experto en un determinado campo que, ante cuestiones planteadas por el juez o algunas de las partes, emite un dictamen en el que contesta a dichas cuestiones o emite su opinión profesional.



El cometido del perito es ayudar al juez a interpretar ciertos hechos o pruebas que requerirían conocimientos especializados para dicha interpretación y de los cuáles, el perito dispone. Su misión no es juzgar, ni establecer quién es o no culpable de algo. El perito, en su dictamen, solamente debe responder, de manera razonada, estructurada y comprensible, y con el aval de su preparación y experiencia profesional, a aquellas cuestiones que se planteen, de manera que ayuden al juez a dictar un veredicto, ya que éste carece del nivel de conocimientos y experiencia en determinadas y específicas materias, como es el caso de la Prevención de Riesgos Laborales.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Del trabajo a casa

Fuente: diariodesevilla.es
Fecha: 08/02/2012

Enrique / García-Máiquez

QUE la herencia de Zapatero es mala lo sabemos, y más que nos lo van a recordar. Para compensar en la medida de lo posible, no olvidemos que alguna cosa sí hizo bien su Gobierno, como la política de seguridad vial. Ese mérito lo tienen, y lo ha reconocido el ministro del Interior recientemente.

Implantaron el carné por puntos, que funciona, e hicieron acertadas campañas de concienciación ciudadana. Apenas han abusado de los anuncios tremendistas, lo que se agradece, y han demostrado que esas advertencias, por hacerse de una manera más dulce, no pierden eficacia. La última campaña, ya bajo el nuevo Gobierno, que esperemos que en esto -y sólo en esto- sea continuista, pretende evitar los accidentes que se producen yendo y viniendo del trabajo. La extraña mezcla de rutina y prisas hace que esos trayectos resulten muy peligrosos.

Podría entenderse la campaña como una tierna despedida al director general Pere Navarro, que se va de su trabajo a casa; pero todos, cuando hemos oído en la radio o por la televisión ese eslogan repetido De casa al trabajo y del trabajo a casa, hemos sentido una ternura más personal e íntima, un repiqueteo de alegría y una sensación de confortable cotidianidad. Se trata de un signo de los tiempos. Hubo campañas de seguridad en el trabajo en que la idea subliminal era: "Ya tienes bastante con tener que ganarte la vida, como para perderla, encima". Sin embargo, hoy tener una casa donde volver y un trabajo donde ir, es poder balancearse de una a otro en un feliz columpio. Y nuestro subconsciente lo reconoce y lo celebra en el anuncio. Que además es eficaz porque si tienes tanto, te conciencias y no quieres perderlo por nada del mundo en un accidente de tráfico.

Alguna vez he comentado que yo no sigo las modas, pero que éstas me persiguen implacablemente. Me pasó cuando no teníamos hijos y los dinkies (double income, no kids) arrasaban; o cuando el diastema era el último grito; o cuando el pensamiento conservador ganaba enteros en la cultura. Ahora, entre las reducciones de sueldo y las subidas de impuestos, parece que se impone la vida casera, con las indispensables salidas para el trabajo. Es la vida que yo, un punto misántropo, he soñado siempre. Lo ideal, por supuesto, sería que hubiésemos seguido practicándola por gusto los aficionados, y no todo el mundo y a la fuerza. Con todo, tampoco está mal que nos recuerden la suerte que tenemos de tener un trabajo y una casa, los que los tenemos. Son dos privilegios como una casa… o como un puesto de trabajo. Y si, de paso, nos recuerdan que hay que conducir con cuidado, pues tampoco está de más.

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